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– Posted on mayo 23, 2019Posted in: Electronic Arts, Música, Opinión, PC, PS3, Terror, XBOX 360
El terror extremo es sin duda el amante más sensual y entregado, pues estimula eróticamente con turgente sabiduría los oscuros rincones ocultos del cuerpo y el alma.
En ese sentido la partitura de Dead Space es aterradora, y por consiguiente, sobrecogedoramente sexy.
Utilizando las mismas herramientas de formateo lascivo a bajo nivel que encadena o libera las pasiones humanas, y convirtiéndose al así hacerlo más en programadores que en músicos, el compositor Jason Graves y el editor de sonido Don Veca inventaron para Dead Space el Emisor de Miedo: una pieza de software que relaciona la distancia que separa al jugador de los peligros que en su camino encontrará, con una capa a elegir entre cuatro de orquestación deconstruida e intensidad sonora variable, que oscila entre la ambientación melódica más inquietante y el caos percusivo más intenso.
Es en la excitada imaginación del jugador donde se pliegan todas esas capas y donde la obra se vuelve unidimensional, como una glamourosa matrioska sonora.
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